Marta Uzqueda analiza los cambios en las producciones literarias
Desde sus inicios, la literatura infantil juvenil (LIJ) ha atravesado un proceso de transformación constante, adaptándose a las necesidades de cada época y reflejando los valores, conflictos y aspiraciones de la sociedad. Una de las autoras de la obra “La Literatura Infantil Juvenil en el diario La Gaceta 1912-1922” –Tomos I y II-, Marta G. Uzqueda, advierte sobre el carácter evolutivo de la literatura destinada a niños y jóvenes, como si también la palabra creciera y se renovará con las generaciones.
En sus “Palabras preliminares” del Tomo II, Uzqueda analiza la evolución de la literatura a través de una selección de textos publicados en el diario La Gaceta entre 1931 y 1950. El trabajo fue realizado por una comisión interacadémica integrada por Honoria Zelaya de Nader, Silvana Gutiérrez y Luciano Jorrat, además de Uzqueda.
La investigadora sostiene que la LIJ de las primeras décadas del siglo XX estaba marcada por una fuerte carga moralizante. Sus relatos presentaban personajes infantiles estereotipados y abordaban temas binarios como la oposición entre el bien y el mal, la riqueza frente a la pobreza y la belleza contra la fealdad. Sin embargo, con el tiempo, la literatura destinada a niños y jóvenes evoluciona hacia una mayor complejidad, introduciendo elementos como la fantasía, la aventura y la introspección emocional.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta evolución, señala Uzqueda, es la publicación de adaptaciones de Pinocho, de Carlo Collodi, en La Gaceta en 1931. La historia de la marioneta representa un claro ejemplo de cómo la literatura puede abordar valores universales a través de la ficción como el amor, la angustia y la muerte.
Otro aspecto relevante del análisis es la presencia de la identidad cultural y la memoria histórica a través de obras como las de Atahualpa Yupanqui que abordan temas como la riqueza geográfica, la dignidad del trabajo y la solidaridad. Poemas y canciones como El arriero va o Piedra y camino no solo son parte del acervo musical del país, sino que también han contribuido a la formación de múltiples generaciones.
En suma, la investigación destaca cómo la literatura infantil y juvenil no es estática, sino que fluye y evoluciona al ritmo de la sociedad. Al hacerlo, cumple una función esencial, que es acompañar a los niños y jóvenes en su crecimiento, dándoles herramientas para interpretar el mundo y su propio lugar en él.


